Uno de los conceptos más difíciles de comprender para los cristianos es la función permanente de la ley para los que son salvados por gracia.
Si un creyente alcanza la justicia al aceptar el sacrificio inmaculado de Jesús en la cruz, ¿por qué todavía es necesario guardar la ley? Esta pregunta nos ofrece la importante oportunidad para expresar la gran verdad infalible:
“La Ley nunca tuvo la intención de proveer salvación; su función (después de la entrada del pecado en el Edén) era la de mostrar el pecado”
Al final, la cruz no niega la necesidad que tiene una persona de seguir la ley de Dios, así como el hecho de que alguien haya sido perdonado por exceder la velocidad máxima no quiere decir que pueda seguir haciéndolo.
A continuación, consideremos los siguientes enunciados:
- La gracia y la ley no son opuestas; no se niegan la una a la otra. Por el contrario, están fuertemente conectadas.
- La ley, por cuanto no puede salvarnos, nos muestra por qué necesitamos la gracia.
- La gracia no se opone a la ley, sino a la muerte.
- Nuestro problema no es la ley en sí misma, sino la muerte eterna que resulta de violarla.
- El apóstol Pablo nos advierte que seamos cuidadosos al usar el don prometido de la gracia como una excusa para pecar (Romanos 6:12, 15).
- Entonces, cuando el apóstol Pablo les dice a los cristianos que no pequen, básicamente les está diciendo: ¡Guarden la ley, obedezcan los Mandamientos!
- Consideremos lo que dice en 1° Corintios 7: 19 “La circuncisión nada es, y la incircuncisión nada es, sino el guardar los mandamientos de Dios”
- El apóstol siempre exaltó la ley divina. Había demostrado que en la Ley no hay poder para salvar a los hombres del castigo consecuencia de la desobediencia.
- Los que han obrado mal deben arrepentirse de sus pecados y humillarse ante Dios, cuya justa ira han provocado al violar su ley; y deben también ejercer fe en la sangre de Cristo como único medio de perdón”. Esto es gracia.
Analizando Romanos 10: 4: “el fin de la ley es Cristo”.
- Muchos automáticamente interpretan el texto como si dijera: “Cristo hizo que la Ley sea obsoleta”.
- Sin embargo, esta lectura va en contra de muchas referencias, tanto en la Epístola a los Romanos como otras partes del Nuevo Testamento, que analizan la relevancia permanente de la Ley.
- Como en el resto de la Epístola a los Romanos, el propósito de Pablo en estos versículos es demostrar la verdadera fuente de justicia.
- La Ley es un indicador de justicia, pero es impotente para que la gente se vuelva justa.
- El apóstol Pablo nos presenta una paradoja en Romanos 9: 31, 32 una paradoja: “Las naciones (gentiles) que ni siquiera se esforzaron por la justica la obtuvieron, mientras que Israel, que se esforzó por guardar la justa ley, no la logró. El apóstol no excluye a los judíos de la justicia; ni tampoco dice que todo no judío es justo; sencillamente, dice que la ley no le da la justicia a un pecador, sea este judío o gentil.
EXPLICACIÓN TEXTO “El fin de la ley es Cristo”
- Los judíos eran celosos en servir a Dios, pero querían hacerlo con sus propias condiciones.
- Tomaron un objeto de la revelación de Dios (la Ley) y lo confundieron con la Fuente de su salvación.
- Por buena que sea la ley, no lo es lo suficiente como para salvar a nadie.
- Porque en vez de hacer que una persona sea justa, le presenta su pecaminosidad; y así le hace ver de la necesidad de justicia (Perdón – gracia).
- Entonces, cuando el apóstol describe a Cristo como el “fin” de la ley, no lo dice en el sentido de finiquitar, abolir o terminar la ley.
- Sino en el sentido de ser la “meta” o “blanco” de la ley.
- La ley conduce a Cristo cuando el pecador arrepentido lo busca para su salvación.
- La ley nos recuerda a todos que Jesús es nuestra justicia. El es el autor de la ley; él mismo la escribió.
A modo de conclusión
“La Ley nos revela el pecado y nos hace sentir nuestra gran necesidad de Cristo y de acudir a él en procura de perdón y paz. Cuando lo hacemos mediante la fe, experimentamos la gracia de Dios.”