LECCIÓN N° 02 SÁBADO 09 DE OCTUBRE DE 2021
“CAUSAS DEL CAUTIVERIO”
Texto de Introducción
“Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos: Por cuanto no habéis oído mis palabras, he aquí enviaré y tomaré a todas las tribus del norte, dice Jehová, y a Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y los traeré contra esta tierra y contra sus moradores, y contra todas estas naciones en derredor; y los destruiré, y los pondré por escarnio y por burla y en desolación perpetua” Jeremías 25: 8, 9
Dentro de pocos y cortos años el rey de Babilonia iba a ser usado como instrumento de la ira de Dios sobre Judá. Una y otra vez Jerusalén iba a quedar rodeada y en ella entrarían los ejércitos sitiadores de Nabucodonosor. Una compañía tras otra, compuesta al principio de poca gente, pero más tarde de millares y decenas de millares de cautivos, iban a ser llevadas a Babilonia, para morar allí en destierro forzoso. Joacim, Joaquim, y Sedequías, esos tres reyes judíos iban a ser por turno vasallos del gobernante babilónico, y cada uno a su vez se iba a rebelar.
1.- ¿Cuál fue el mensaje del profeta Jeremías y de muchos más, que el pueblo de Dios no quiso escuchar? Jeremías 25: 3 – 6
Las exhortaciones dirigidas por los profetas a Judá para que contemplase al Dios viviente y aceptase sus ofrecimientos misericordiosos, no fueron vanas. Hubo algunos que le escucharon con fervor, y se apartaron de sus ídolos para adorar a Jehová. Aprendieron a ver amor, misericordia y tierna compasión en su Hacedor, sin embargo, no fue suficiente. Y en los días sombríos que iban a presentarse en la historia de Judá, cuando sólo quedaría un residuo en la tierra, las palabras del profeta iban a continuar dando fruto en una reforma decidida. Dios había suplicado a los de Judá que no le provocasen a ira, pero no le habían escuchado. Finalmente pronunció la sentencia contra ellos. Iban a ser llevados cautivos a Babilonia. Los caldeos serían empleados como instrumento por medio del cual Dios iba a castigar a su pueblo desobediente. Los sufrimientos de los hombres de Judá iban a ser proporcionables a la luz que habían tenido, y a las amonestaciones que habían despreciado y rechazado.
2.- ¿Cuánto duraría la cautividad para el pueblo de Israel? Jeremías 25: 11
Si comparamos el tiempo de la esclavitud de Israel en Egipto con los setenta años de cautividad en Babilonia, por supuesto que la diferencia es notable, sin embargo, allá en Egipto Israel aún no era una nación organizada, ni aún tenía templo. Pero acá en tiempos de Jeremías, Israel estaba establecido como una nación, aunque ya no existían los reinos del norte. Se había construido el templo donde se adoraba al único Dios verdadero. Ahora bien, ¿por qué fueron setenta años? No lo sabemos, pero cuando llegó el tiempo, Dios ya tenía sus instrumentos que usaría para que su pueblo regresará a su hogar.
3.- ¿Bajo qué reinado ocurrió la primera sitiada de Nabucodonosor sobre Judá? ¿Cómo fue su reinado ante los ojos de Jehová? 2° Crónicas 36: 5, 6
Joacim fue el decimoctavo gobernante del reino sureño de Judá. Reinó 11 años (609-598 a.C.). Fue el 2º hijo de Josías (1° Crónicas 3: 15) y siguió a su hermano menor, Joacaz, en el trono, cuando éste fue depuesto por el faraón Necao y llevado cautivo a Egipto.
Durante los 3 primeros años de su reinado, Joacim fue aparentemente un súbdito del rey egipcio. Sin embargo, en el 605 a.C., Nabucodonosor derrotó completamente al ejército egipcio en Carquemis y entró en Palestina. A Joacim se lo describe como un rey malo, que rápidamente deshizo todo lo que su piadoso padre Josías había logrado con sus reformas religiosas. Durante su reinado, Jeremías pidió a Baruc, su ayudante, que pusiera por escrito y leyera públicamente una profecía que predecía la inevitable suerte de Judá. Cuando Joacim supo de ello, pidió que se le leyera el rollo. Molesto por su contenido, lo destruyó y ordenó el arresto de Jeremías y de Baruc (Jeremías 36).
NOTA
El nombre original de Joacim fue Eliaquim, “Dios levanta”, pero Necao lo cambió a Joacim, que llegó a ser el nombre con que se lo conoció como rey (2° Reyes 23: 34; 2° Crónicas 36:4). Joacim parece haber pertenecido al partido pro egipcio, como lo demuestra el que Necao lo considerara un candidato de confianza para poner como rey en Judá. Para pagar el pesado tributo impuesto por Necao, Joacim exigió el pago de un impuesto a toda la población (2° Reyes 23: 35).
La muerte del rey Joacim no fue lamentada. Su cuerpo fue arrojado fuera de la puerta de Jerusalén y enterrado sin ceremonias (Jeremías 22: 18).
4.- ¿Quién fue el penúltimo rey de Judá? ¿Cómo actuó ante los ojos de Jehová? 2° Crónicas 36: 9
Joaquín reinó 3 meses y 10 días (598-597 a.C.). Fue hijo y sucesor de Joacim, y llegó al trono a la edad de 18 años (2° Reyes 24: 8). En 2 Cr. 36:9 se dice que tenía 8 años. Que 18 es la cifra correcta lo demuestra el hecho de que tenía suficiente edad para tener “mujeres” cuando fue llevado cautivo a Babilonia al fin de su breve reinado (2° Reyes 24:15).
Al igual que su padre Joacim, hizo lo malo ante los ojos de Jehová.
Si bien este periodo fue extremadamente corto para un rey, pero sin embargo, lo ocurrido durante su reinado fueron varias cosas muy tristes y desastrosas para el pueblo de Israel.
Aunque todo ya estaba profetizado hay que recordar que tanto Joaquín como su hermano Joacim no hicieron caso a los mensajes de los profetas que profetizaban lo que vendría sobre Jerusalén. No aceptaron los consejos de los profetas, entre ellos Jeremías, que les decían que no se levantaran contra Babilonia porque Jehová había escogido esta nación para castigarlos.
5.- ¿Qué cosas ocurrieron durante el reinado de Joaquín? 2° Reyes 24: 11 – 16
El joven rey Joaquín había jurado fidelidad al gobernante babilónico; y si hubiese permanecido fiel a su promesa, se habría ganado el respeto de los paganos, y esto habría dado preciosas oportunidades para convertir almas. Despreciando los privilegios especiales que le eran concedidos, el rey de Judá siguió voluntariamente el camino que había escogido. Violó la palabra de honor que había dado al gobernante babilónico, y se rebeló. Esto le puso a él y a su reino en grave aprieto. Fueron enviadas contra él “tropas de Caldeos, y tropas de Siros, y tropas de Moabitas, y tropas de Amonitas” (2° Reyes 24: 2), y se vio sin fuerzas para evitar que asolasen la tierra. A los pocos años, llegó al fin de su reinado desastroso, abrumado por vergüenza,, rechazado por el Cielo, privado del amor de su pueblo y despreciado por los gobernantes de Babilonia cuya confianza había traicionado, y todo eso como resultado del error fatal que cometiera al desviarse del propósito que Dios le había revelado mediante su mensajero designado.
NOTA
Lo que no se llevó consigo el rey Nabucodonosor en su primer ataque a Jerusalén, (605) se lo llevó en este desastroso segundo ataque. Sin duda, en esta ocasión se llevaron los vasos más valiosos que habían quedado después del saqueo inicial, pero aún quedaban algunos vasos.
También se menciona que se llevó toda Jerusalén, esto quiere decir lo mejor de la gente. Jeremías usó el símbolo de “higos muy buenos” para representar a los que fueron deportados en esta ocasión (Jeremías 24: 1-7). El profeta Ezequiel estuvo entre los que fueron llevados a Babilonia. Los años de su libro se cuentan a partir del cautiverio de Joaquín (Ezequiel 1: 1-3), o sea el año 597 AC. Al despojar a Jerusalén de sus artesanos, se privó a la ciudad conquistada de los ciudadanos que eran más útiles en la guerra y que proporcionaban al conquistador valiosos ayudantes para sus propias construcciones.
RESUMEN
Es muy fácil culpar a Dios por las desgracias que suceden, pero la verdad es que cada situación que vivimos, sea buena o mala, es el resultado de nuestras propias decisiones. Aunque Dios está allí en cada elección en la vida, pero él solo provee el consejo y nos resta a nosotros acatarlo o simplemente hacer lo que queramos. Así sucedió con Israel. No sólo fueron sus gobernantes los que se apartaron de Dios e hicieron lo malo, entre ello, hacer amistad con reyes paganos, sino también todo el pueblo. Pero como se mencionó, Dios estaba preparando a hombres consagrados para usarlos como finos instrumentos en sus manos; entre ellos, reyes.