EL DESARROLLO DE LA SANTIFICACIÓN

LECCIÓN N° 5 – SÁBADO 31 DE OCTUBRE DE 2020

2° Pedro 3: 18

“… Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” 

Sin crecimiento no se genera la vida y por tanto no hay futuro. Esta verdad es básica en el mundo, pues todo crece. La población mundial va creciendo día a día. Las grandes empresas comenzaron siendo muy pequeñas, pero fueron creciendo hasta llegar tan alto que no podrían seguir creciendo más.

Al igual que el mundo, nosotros los cristianos, debemos crecer para alcanzar las expectativas que Dios tiene de nosotros. 

El crecimiento cristiano es doble; porque hay que crecer en “gracia” y “conocimiento”. En base a esto, no somos merecedores de las misericordias de Dios, pero es su gracia la que nos da el crecimiento y madurez espiritual, pero a medida que crecemos vamos adquiriendo el conocimiento de nuestro Señor. 

El niño que va creciendo, deja atrás costumbres y va adquiriendo nuevas enseñanzas que le ayudarán cuando sea mayor. Sucede lo mismo con nosotros, para crecer en el Señor, debemos por necesidad dejar costumbres y prácticas que nos impiden ser para lo que fuimos llamados..

1.- ¿Cómo entendía el Apóstol Pablo la santificación? Filipenses 3: 13, 14 

Es incuestionable que para el Apóstol Pablo las victorias ya logradas en el pasado, no eran para él suficientes para decir con seguridad que el premio ya lo había alcanzado. Él seguía hacia adelante, porque aquellas victorias del pasado no le servían para el mañana. Al igual que el apóstol, los años que llevamos en el caminar cristiano no son acumulables, es decir, no tienen valor para el futuro que estamos luchando. Debemos extendernos hacia más allá. 

Estamos en una carrera sin pausa. No podemos dejar de correr y descansar en nuestro peregrinaje hacia la vida eterna. Si bien nos cansamos y a veces no queremos seguir, pero el Señor ha prometido que los que confían en Él, sus fuerzas serán renovadas cada día. 

NOTA

El final de la santificación es la salvación de nuestras almas. Este es el propósito de Dios, nuestra salvación, que nos salvemos, que estemos junto a Él. Por esta razón, Él no cesa de invitarnos a tener una comunión diaria con él por intermedio de la oración y el escudriñamiento de su Palabra.

Ahora bien, a esta altura de nuestro estudio, ¿Cuál sería una definición sencilla y practica de la santificación? Meditemos en lo siguiente: Santificación significa victoria constante sobre nuestros pecados; significa aborrecer nuestro propio yo y nuestra propia voluntad.

Es hermoso experimentar la justicia de Cristo cuando nos convertimos a él, pero, sin embargo, luego de experimentar esto descubrimos que seguimos siendo tentados a pecar, pero es justamente ahí donde tenemos que luchar para vencer la tentación. Por el poder del Espíritu Santo y fidelidad, podemos llegar a una vida en completa victoria sobre todo pecado; victoria sobre los pensamientos; las actitudes y acciones que sabemos que están mal y así otros espacios de nuestra vida.

Pero, si ayer usted cayó, por la gracia maravillosa de Jesucristo levántese nuevamente y prosiga hacia adelante sin perder el blanco perfecto.

2.- ¿Qué consejo encontramos en las palabras del profeta Sofonías? Sofonías 2: 3 

Como cristianos tenemos un poderoso enemigo, que no sólo es Satanás, sino también el “orgullo”, un mal que hunde en el egoísmo y la suficiencia propia. 

En esta condición, el crecimiento se detiene, no hay frutos del

Espíritu Santo. ¿No sería sabio clamar al Señor y pedirle que su humildad nos revista? La humildad es la llave que abre el camino hacia la vida eterna, sin ella es imposible que alcancemos el ideal que Dios quiere para nosotros. 

En un mundo donde reina la injusticia, la vanidad, el egocentrismo, el orgullo, el Señor nos aconseja: “Busca la justicia y la mansedumbre”

NOTA

La mansedumbre es una actitud del corazón, o sea, que nace allí y luego se ve reflejada en una vida de humildad y santificación. Por eso tengamos cuidado de caer en la tentación de pensar que a Dios sólo le interesa lo interno. Si esa santidad o consagración que decimos tener no se ve reflejada en nuestra vida diaria y practica de todos los días, no es santificación; es sólo un engaño de la carne.

Por eso necesitamos la mansedumbre para aceptar la voluntad de Dios en nuestra vida, cuál sea ésta, pues una persona mansa sabrá dominar su yo y no permitirá que se interponga entre su voluntad y la de Dios.

Nunca olvidemos que mientras no exista el reconocimiento y la aceptación del camino errado que estamos llevando, nunca alcanzaremos la misericordia de Dios.

3.- Vamos ahora a otro aspecto de la santificación. ¿En nombre de quién debiéramos hacer todas las cosas? Colosenses 3: 17;   1°Corintios 6: 20

La santificación debe ramificarse en todo nuestro ser. Debe alcanzar cada avenida de todo nuestro ser. Nada debe quedar afuera de su influencia; porque no debemos olvidar que día tras día estamos edificando nuestro carácter para la eternidad. Debemos ponernos constantemente bajo el dominio del Espíritu de Dios, y así aprender que la religión no sólo es otra entre tantas, sino más bien, es un estilo de vida que debe influenciar las vidas de aquellos que vagan sin paz en este mundo.

Pero, ¿qué sucede cuando nuestras palabras y acciones no son agradables ante Dios? ¿No deshonramos a nuestro Señor? ¿Cómo es nuestro hablar cuando estamos en un lugar donde nadie nos conoce? ¿Cuáles son nuestras acciones cuando estamos solos? ¿qué espectáculo estamos dando frente a las personas? 

NOTA

En el pasaje de Colosenses 3: 17 nos encontramos con una división y un nuevo título después de ese verso, que interrumpe el fluir del pasaje y le quita cierta fuerza a las palabras del apóstol, porque comenzando con el versículo 18, el apóstol Pablo nos enseña cómo hacer lo que nos dice en tres áreas importantes de la vida:

La Familia. (Versículos 18 al 21). Hay una conexión íntima entre nuestra vida familiar y espiritual. Si no hay sumisión bíblica al orden dado por Dios en el hogar, tanto entre marido y mujer y entre hijos y padres, será difícil ´vivir una vida que agrade a Dios. El trabajo. (Versículos 22 al 25 y 4: 1). El mandato bíblico de sumisión a la autoridad incluye al jefe en el trabajo. Esto va mucho más allá de la obediencia. Dios observa cómo trabajamos. Nuestra honestidad nos beneficia y así también al trabajo en sí, y además damos un buen testimonio. Uno de los beneficios más enriquecedores es que nuestro carácter se edifica.

La Oración. (Capítulo 4: 2 al 4). ¿Podría decir usted honestamente que es constante en la oración? El apóstol Pablo oraba sin cesar y nos manda hacer lo mismo. Tal vez es posible engañarnos a nosotros mismos creyendo que podemos ser un buen cristiano sin mucha oración. Hay un himno que dice: Oh que Amigo nos es Cristo, que dice que sufrimos mucho porque no llevamos todo a Dios en oración. Por tanto, ¡perseveremos en oración! Estamos en una batalla espiritual; y la oración es una de las armas principales.

4.- ¿En quién debieran estar enfocados todos nuestros actos? 1°Corintios 10: 31

Aquí el apóstol relaciona “el comer y el beber” con la reverencia que se debe dar a Dios, pero también agrega “o hacéis otra cosa”. En fin, el apóstol Pablo logra con estas pocas palabras, abarcar toda nuestra vida, con todos sus afanes; no deja nada afuera.  Así debe ser la vida de quien busca el rostro del Señor. La Biblia declara que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, por tanto, debe ser cuidado con responsabilidad. La vida alimenticia que Dios nos dejó no traería ninguna enfermedad, pero debido a la desobediencia nuestra, hemos ido enfermando nuestro cuerpo. Recordemos que tendremos que dar cuenta del uso que le dimos; para la gloria de Dios o para nuestra conveniencia.

CONCLUSIÓN

La santificación debe abarcar todo nuestro ser: físico, mental y espiritual, por tanto, el primer motivo para que el cristiano viva en armonía con las leyes de Dios debe ser promover el honor de Dios.  Necesitamos que nuestro hablar sea de acuerdo a nuestra vocación, que nuestro alimento sea el designado por Dios, pero hay algo mucho más profundo e importante en todo esto. Todo lo que hagamos en nuestra vida debe ir primeramente enfocado en la adoración a nuestro Dios. Él es glorificado, honrado, magnificado cuando nuestra influencia y ejemplo ante los hombres testifican del Dios a quien servimos. ¡Esto significa santificación! No sólo se trata de nosotros y Dios. Se trata también de cómo la gente se acerca a Dios por la influencia de nuestra vida