NUESTRO ALIMENTO ESPIRITUAL

LECCIÓN N° 10 – SÁBADO 05 DE DICIEMBRE DE 2020

Juan 6: 63 

“El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” 

La lección de esta semana nos hablará acerca de la importancia de la Palabra de Dios como nuestro alimento espiritual y el fundamento para que nuestra santificación sea fuerte y madura. Como base, tenemos el capítulo 6 de Juan que corresponde al incidente de la alimentación de los cinco mil, ocasión en la cual Jesús relacionó el pan físico con el pan espiritual. Este capítulo contiene preciosas e importantes lecciones para cada uno en cuanto al crecimiento en nuestra santificación.

Jesús nuestro Maestro nos enseña lo que él es para nosotros y las ventajas que tendremos si “comemos” sus palabras y sus enseñanzas.

Por tanto, le instamos que estudie con mucho interés y deseo esta lección que de seguro le impartirá una enseñanza rica y saludable para su vida espiritual. 

Somos una generación donde nos preocupamos mucho de la apariencia física; de cómo lucir mejor, de cómo sentirnos mejor y a veces de cómo ser más saludables; sin embargo, todo lo que hagamos en pro de nuestra carne de nada aprovecha si no ponemos atención primeramente a nuestro ser espiritual y nos alimentamos correctamente. 

¿Cuál será entonces nuestra actitud ante la exposición de la Palabra de Dios en esta lección?

1.- ¿Cuál fue la reacción de la gente al ver tan increíble milagro de la multiplicación de los panes y los peces? ¿Qué hizo Jesús al respecto? Juan 6: 14, 15, 25, 26

Al analizar todo el relato de la multiplicación de los panes y los peces y lo que sucedió al día siguiente del milagro, (Juan 6: 1 – 35) podemos extraer muchas lecciones significativas para nuestro crecimiento espiritual y material. 

El Señor siempre se preocupó de las necesidades físicas de la gente. De hecho, nos enseñó que oráramos por el pan de cada día. Sabe nuestra necesidad, pero no quiere que perdamos el enfoque principal de nuestra vida espiritual.

La gente se dio cuenta que en Jesús podía resolver sus problemas de necesidad físicas, y por esta razón lo buscaron incesantemente hasta el día siguiente. A simple vista mostraron un gran deseo espiritual por encontrarse con Jesús y recibir sus enseñanzas, pero sus motivos eran otros. ¿Qué nos enseña esta verdad a cada uno?

Jesús sabía cuál era el motivo de buscarlo. Ellos lo buscaban no porque habían visto las señales, sino porque habían sido saciados el día anterior y ahora nuevamente tenían hambre. 

NOTA

¿Cuál es el tema principal de conversación de la gente hoy en día y más aún ahora que el mundo está siendo azotado por esta pandemia? Las estadísticas arrojan lo siguiente:

Que más del 70% de nuestras conversaciones son sobre la economía. Es decir que nuestro interés principal es ganar dinero y cómo gastarlo. ¿No es cierto? Analicemos bien cuál fue nuestra principal conversación durante la semana. ¿No hemos conversado sobre conseguir un mejor trabajo, vender alguna cosa para generar mayor ingreso, planes para abrir un nuevo negocio, comprar un nuevo celular, nueva ropa, zapatos, ir a la tienda para ver qué hay, problemas con nuestra casa, costo de vida, el alto precio de alimentos, planificar si beneficiarnos con las acciones del país en cuanto a la economía? Sin duda el materialismo está inundando nuestras vidas de una u otra forma y a la vez repercute sobre la vida espiritual de la iglesia. Es normal que como seres humanos nos preocupemos por esas cosas. Pero en medio de buscar la solución a nuestros problemas materiales, sale a nuestro encuentro nuestro Señor Jesús diciéndonos: “No te preocupes por lo que vas a vestir o comer… no hagas tesoros en la tierra… haz tesoros en el cielo”.

Jesús pacientemente espera que entreguemos todas nuestras preocupaciones y ansiedades a él, “porque él tiene cuidado de nosotros” (1° Pedro 5: 7).

2.- ¿Hacia qué clase de alimento quiso dirigir Jesús la atención de la gente, después de alimentarlos? Juan 6: 26, 27 

Aunque Jesús sabía cuáles eran sus verdaderas intenciones, procuró desviar sus mentes de lo terrenal a lo espiritual, pues ésta última, era la necesidad que de verdad necesitaban saciar, aunque ellos no lo sabían. Jesús les enseñó: “Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre. (Juan 6: 27). Esta enseñanza es sobre el propósito de nuestra vida. Mucha gente vive para buscar la comida corporal. Ellos trabajan mucho para comer. Pero esta comida corporal no puede darnos vida eterna. Esta comida se corrompe, por tanto, no debe ser el propósito de nuestra vida. Debemos vivir por la comida que a vida eterna permanece. Pero ¿Qué es esta comida espiritual? Es nuestro Señor Jesús. Él dijo que era el pan de vida. A través de Jesús, quien es el pan de vida, podemos alimentarnos espiritualmente y vivir eternamente. Esto no quiere decir que debemos abandonar nuestros trabajos seculares, pues debemos ser responsables; pero el propósito principal de nuestra vida no debe ser este, sino el trabajo que hacemos para la gloria de Dios. 

NOTA

¿Qué debe hacer usted ahora ante esta verdad? El apóstol Pablo dice en segunda de Corintios 13: 5 “Examinaos a vosotros mismos”. ¿Cuál es nuestro motivo de buscar a Jesús? ¿Para qué estamos cada sábado en la mañana esperando el servicio? ¿Con qué propósito nos esmeramos en estar presentes en cada servicio? ¿Para qué decidimos seguir a Jesús, aunque muchos sólo lo buscan los días sábados? ¿Qué buscamos de Jesús? No debemos ver las cosas externas porque nos parezcan que así se es un buen cristiano por asistir a la iglesia y a las reuniones fielmente; porque es posible que se tengan motivos equivocados para seguir a Jesús. ¿Qué queremos que Jesús sacie en nuestra vida? 

Jesús conoce perfectamente cada corazón de aquellos que se acercan a él y le buscan. Sabe las intenciones del corazón y por eso no le agrada que lo busquemos con motivos egoístas.

3.- ¿Qué poderosa y sorprendente declaración dijo Jesús ante las almas hambrientas y sedientas? Juan 6: 33 – 35  

La multitud le pidió a Jesús que les diera una señal, pero la señal ya había sido dada con el milagro de la alimentación de los cinco mil. Por eso Jesús les habla de la señal que hace muchos siglos atrás había ocurrido, la señal del maná. Durante 40 años ellos no necesitaron preocuparse por la comida. Así que los judíos creían que cuando viniese el Mesías él les haría recibir maná otra vez. Su interés siempre estaba en comer, en las cosas terrenales. Ellos estaban buscando la señal del maná, no para creer en Jesús, sino para llenar su estómago otra vez. Pero esta vez Jesús les daría el pan espiritual y verdadero. La declaración de Jesús “yo soy el pan de vida que descendió del cielo”, es una de las más poderosas verdades del evangelio. Jesús no sólo es el pan que sacia y alegra nuestro espíritu, sino también el Pan de Vida.

NOTA

Cuando Jesús dijo: “Yo soy el pan de vida”, él quiso decir que a través de él podemos ser alimentados espiritualmente para vida eterna. Pero para que este pan tenga efecto debemos comerlo. Aunque haya un alimento muy nutritivo que tenga todas las vitaminas, si no lo comemos no puede beneficiarnos. 

Comer el pan de vida quiere decir que Jesús entra en nuestro ser para ser “uno” con nosotros, darnos energía y fuerza para mantener nuestra vida y hacernos crecer espiritualmente; es tener una comunión completa con Jesús. Él dijo “el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.” La acción de comer el pan de vida es creer en Jesús y tener comunión profunda con él a través del Espíritu Santo; Es leer la palabra de Dios y orar a él para tener comunicación espiritual con Jesús. Es venir al templo para adorarle en espíritu y en verdad; Es buscarlo todas las mañanas a través del pan diario y la oración matutina.

CONCLUSIÓN

El alimento diario para nuestro cuerpo nos permitirá realizar todas las actividades del día, pero sin él, no tendremos energía, para llevar a cabo todas las tareas. En este punto, nuestro Señor desea bendecirnos en toda nuestra vida para alcanzar nuestros sueños, pero el mayor interés de Jesús es que alcancemos la vida eterna y para lograrlo, él sabe que la única forma es que lo conozcamos más y más, que pasemos más tiempo en comunión con él. Que el trabajo y los afanes de la vida no nos resten tiempo para estar con él. 

Por otra parte, el alimento físico nos mantendrá despiertos y alertas para enfrentar nuestros afanes del día, pero ¿qué hay de las luchas espirituales? ¿las tentaciones? ¿Las situaciones en que sea puesta a prueba nuestra fe? Por eso, mis amados hermanos y hermanas en el Señor, cada mañana sentémonos a la mesa del Señor y junto a él desayunemos el rico pan celestial que es su Palabra, y ofrezcámosle tiempo precioso para hablar con Él.